lunes, 10 de febrero de 2014

Reflexión del V Domingo de Tiempo Ordinario Ciclo A.
La Palabraa que ayer domingo nos regalaba el Señor a quienes participabamos de la celebración de la Eucaristía; partiendo del simbolismo de la luz nos ofrece una explicación de porque los cristianos hemos de ser luz para nuestro mundo, siempre acechado por las tinieblas del error y el pecado.
En la primera lectura, que este domingo se ha tomado del Libro del Profeta Isaías, profeta de la esperanza que viene de Dios en un tiempo de crisis en la historia de Israel; expone de una forma muy concreta y vivencial lo que ha de hacer aquel que ha puesto en su espera en Dios, para poder ser luz para los que viven en la oscuridad. Isaías nos habla, como Jesús lo hara 800 años más tarde, del amor y la misericordia con el hermano, con nuestro prójimo.
Quien actua con amor y con misericordia con su prójimo, no podrá por menos que dejar que su boca clame el gozo y la alegría que siente en su corazón, como se ha cantado en el salmo de este domingo: "El justo brilla en las tienieblas como una luz"; pues quien ama a su hermano hasta el punto de socorrerlo en los momentos mas aciagos de la vida cundo muchos otros abandonas a los que llamaban "su amigo"; ese se convierte en motivo de esperanza para aquel que ha sido atrapado por la oscuridad y las tienieblas de la desesperanza.
Porque  como hemos escuchado, en la narración del Evangelios de Marcos, que se ha proclamado este domingo, todos y cada uno de los discípulos de Jesús, y entendamos aquí que discípulos de Jesús es todo aquel que ha sido bautizado, esta llamado a ser sal que hace que la tierra sea fertil y de ella pueda surgir la vida.
Los critianos estamos convocados, especialmente si participamos con frecuencia en la celebración de la Eucaristía, a ser luz en medio de  las tienieblas de nuestro tiempo, para que aquellos que habitan en la oscuridad puedan orientar sus vidas hacía Cristo, que es de quien nosotros recibimos la luz que irradiamos. 
Realidad esta que tiene muy presenten el Apóstol San Pablo, como se narra en la 2ª lectura tomada de la 2ª Carta que el Apóstol de los Gentiles dirige a la comunidad de critianos de Corintio, en la cual reconoce que la sabiduría  y la fueraza que hay en su predicación no provienen de él si no de Jesucristo, y es precisamente porque su elocuencia priviene de Cristo por lo que Pablo puede ser luz en las tinieblas para los qaue buscan la verdad.
Sobra decir, que con esta palabra que el Señor nos ha regalado este domingo, a nosotros cristianos del siglo XXI y actuales protagonistas de la historia de la salvación; se nos está exhortando a que seamos sal de la tierra pero sobre todo a que seamos luz antes las actuales circunstancias que amenazan en nuestro tiempo con ocultar y oscurecer la verdad.
Puede suceder que que ante la gravedad de los problemas de la sociedad de nuestro tiempo, nos veamos incapaces de proporcionar una respuesta o solución satisfactoria en lugar y circunstancias en que se desarrolla nuestra existencia terrena. Esto sucede así, porque la respuesta la buscamos en nosotros mismos, en lugar de como hace San Pablo que  la busca en Cristo y en su palabra. Respuesta que por otro lado siempre pasara por el ejercicio del Mandamiento Nuevo: que nos amemos los unos a los otros como Cristo nos ama, o lo que es  lo mismo aceptar la invitación hecha por el profeta Isaías y poner en práctica con el hermano que lo esta pasando mal, las obras de misericordia que nos hacen iluminar con la luz de Cristo al que vive en la oscuridad.
Este fin de semana, en que hemos celebrado la Campaña contra el Hambre de Manos Unicas, ha sido una buena ocasión para darnos cuenta como a través de las diversas ong´s, asociaciones o instituciones caritativas nacidas y mantenidas en el seno de la Iglesia: Caritas, Conferencias de San Vicente de Paul, Jesús Abandonado, la propia Manos Unidas entre otras muchas; hay miles de cristianos como nosotros, repartidos por toda la faz de la tierra luchan todos los días par que la luz que han recibido de Cristo en su bautismo y que es mantenida por lo sacramentos de la Iglesia alumbre a todos aquellos que viven envueltos en las tinieblas de la oscuridad y el error del pecado, en el camino que ha de llevarlos a ellos también al encuentro con Cristo.
Ahora, que nuestros hermanos perdidos en la oscuridad encuentre su camino para llegar a Cristo, depende en gran medida de ti y de mi; de si hemos ocultado nuestra luz de cristianos para que nadie la perciba ni nos señale por la calle o por si por el contrario la hemos colocado en lugar más alto que hemos encontrado para que sirva de faro que a todos oriente hacia Cristo. ¿Que has hecho tu con la luz que recibiste en tu bautismo?
Reflexión de Pedro J. González (Párroco)